JRS Colombia: nuevas vacantes, viejas heridas sin sanar
Gran convocatoria laboral en JRS Colombia… pero, ¿a qué costo humano?
En los últimos días, el Servicio Jesuita a Refugiados - Colombia (JRS/COL) ha publicado nuevas convocatorias laborales. Desde fuera, parecen oportunidades valiosas en una organización humanitaria de renombre. Pero quienes hemos vivido la realidad interna sabemos que hay mucho que no se dice en esas ofertas.
En enero de 2025, más de 100 trabajadores y trabajadoras fuimos desvinculados de forma abrupta, en condiciones bastante injustas. La excusa oficial de la decisión tomada fue el congelamiento de fondos de BPRM, y nos ofrecieron apenas tres meses de indemnización a través de un contrato de transición. Cuando legalmente, correspondían entre siete y once meses. A esto se sumaron presiones, hostigamiento y manipulación psicológica para que aceptáramos esas condiciones.
La directora nacional, Ximena Vidal Rojas (exp I·I·XV), repetía "en otras organizaciones no están dando nada y estamos felices de poderles ofrecer algo". Hoy sabemos que esa afirmación era falsa. En otras organizaciones del mismo sector humanitario sí se estaban respetando los derechos laborales. Esa frase fue una estrategia de manipulación que muchas personas, por necesidad, agotamiento y salud mental, se vieron obligadas a creer.
Quien apoyó activamente este proceso fue Viviana Fonseca Castillo, entonces coordinadora de Gestión Humana, facilitando la presión para que firmáramos. Tiempo después, Viviana dejó su cargo en JRS y actualmente hace parte del equipo del Colegio San Bartolomé Mayor, otra institución de la Compañía de Jesús.
Lo más indignante es que el proceso de desvinculación ni siquiera ha terminado, muchas personas aún siguen luchando por lo que les corresponde, pero JRS ha abierto nuevas vacantes sin considerar ni priorizar a los profesionales que despidió. Alegan no tener recursos para cumplir con las indemnizaciones completas, pero sí tienen presupuesto para abrir convocatorias, contratar nuevo personal y sostener la operación.
Todo esto ocurre bajo el silencio del provincial jesuita en Colombia, Hermann Rodríguez Osorio, quien no ha asumido responsabilidad alguna sobre el trato que se está dando al personal de una obra que responde directamente a la Compañía de Jesús.
Paradójicamente, fue este mismo provincial quien se pronunció frente al caso de abuso sexual infantil en el Colegio San Bartolomé Mayor, donde el director fue denunciado por abusar de niños. Allí sí se comprometieron públicamente a brindar apoyo económico a las familias víctimas. Lo cual es lo mínimo que se espera. Pero es indignante que mientras en un frente se habla de reparación, en otro se ignora por completo a quienes fueron maltratados, despedidos injustamente y vulnerados en sus derechos laborales.
Ambas instituciones —el JRS Colombia y el Colegio San Bartolomé Mayor— hacen parte de la Compañía de Jesús. Ambas están llamadas a defender la dignidad humana. Pero los hechos demuestran que esa dignidad no es igual para todos.
Y esto no es todo. A lo largo del tiempo, se han evidenciado actitudes discriminatorias, racistas y clasistas dentro de la organización. Personas racializadas, comunidades negras y mujeres han enfrentado microagresiones, estigmatización y exclusión en espacios laborales donde se supone que la inclusión y la justicia son pilares fundamentales. Pero puertas adentro, el discurso se queda en el papel.
Lo que no aparece en sus ofertas laborales:
- Tus derechos laborales pueden ser ignorados o manipulados.
- Tu salud emocional puede deteriorarse por dinámicas tóxicas y deshumanizantes.
- Puedes ser discriminado por tu origen, color de piel, orientación o identidad.
- Y si te atreves a alzar la voz, corres el riesgo de ser reseñado o incluido a la famosa lista negra.
- Aunque hayas dado años de tu vida a la organización, pueden excluirte sin explicación y negarte el derecho a volver.
Esta denuncia no busca dañar, sino exigir verdad, reparación y justicia. Callar perpetúa la impunidad. Y una organización que trabaja con poblaciones vulnerables debe comenzar por respetar la dignidad de sus propios trabajadores.
Totalmente cierto lo expuesto, unas porquerías esa organización, los demás sin trabajo y ellos buscando gente nueva
ReplyDeleteQ triste ver como una organización de jesus se dedica a vulnerar a sus propios trabajadores.lamentablemente los poderosos siempre quieren hacer lo q se les da la gana
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